martes, 29 de abril de 2014

HISTORIA. Primeras Presidencias

(Para complementar la información anterior)

LAS PRIMERAS PRESIDENCIAS DEL URUGUAY

PROBLEMAS Y SOLUCIONES


La vida constitucional del Estado Oriental del Uruguay se inicia con las presidencias de Rivera y Oribe. El 24 de octubre de 1830 la Asamblea General designó Presidente de la República a Fructuoso Rivera, quien se mantuvo en el cargo hasta cumplir los cuatro años que le correspondían d acuerdo a lo que establecía la Constitución. El 1 de marzo de 1835 la Asamblea designó presidente a Manuel Oribe. Este no pudo terminar su mandato porque renunció el 24 de octubre de 1838 al ser derrotado por una revolución encabezada por Rivera quien contaba con el apoyo de Francia. Rivera quedó a cargo del poder siendo designado nuevamente presidente por la Asamblea General.

LOS PROBLEMAS
Estos primeros gobiernos uruguayos debieron enfrentar los problemas causados por los factores de perturbación o inestabilidad.

Carros, carretas y diligencias apenas comunicaban al país
1) Problemas económicos.- La ganadería, principal fuente de riqueza, estaba en retroceso como resultado de los largos años de luchas. La disminución de ganado había sido provocada por las matanzas indiscriminadas y el robo de ganado hacia Brasil. El ganado se había dispersado y era difícil saber a quien pertenecía.
La agricultura tenía escaso desarrollo y era insuficiente para el consumo local. Muchas veces hubo que importar trigo desde el exterior para tener harina. Había chacras sólo en torno a la ciudad de Montevideo y, en general, los habitantes de la campaña despreciaban el trabajo agrícola.
 
La industria prácticamente no existía. El trabajo artesanal apenas cubría las necesidades de consumo local (vestimentas, vivienda). La actividad industrial más importante era la de los saladeros de carne y cuero. Requería poca inversión de dinero, no necesitaba mano de obra especializada y utilizaba la materia prima más abundante en el país: el ganado. Los cueros y la carne salada (tasajo) se exportaban, pero, en el caso de la carne salada los mercados consumidores eran escasos: Brasil y Cuba, donde se utilizaba para alimentar a los esclavos.
Los productos importados eran más que los exportados, por lo que la balanza comercial era deficitaria.
Uruguay carecía de moneda propia; circulaban monedas brasileñas de cobre y papel moneda argentino desvalorizado. Esto complicaba las transacciones comerciales por falta de efectivo y por la inseguridad que existía acerca del valor de los billetes.
2) Problemas sociales.- El principal problema social era el conflicto entre los propietarios y poseedores de tierras. No era un problema nuevo, se había desarrollado durante la época colonial, pero se había agravado. La revolución artiguista había creado una situación nueva con el reparto de tierras hecho en 1815. Incluso, antes del reparto hecho por Artigas, en 1814, durante el breve dominio de Buenos Aires sobre la Provincia Oriental, se habían hecho entregas de tierra por el gobierno porteño. Además muchos propietarios españoles habían huido y sus campos fueron ocupados por los revolucionarios sin ningún título.
Posteriormente, durante la dominación portuguesa y brasileña, los repartos artiguistas fueron desconocidos y hubo nuevas entregas de tierras para beneficiar a aquellos que apoyaban la dominación.
Numerosos propietarios que habían huido regresaron y se presentaron ante los tribunales a reclamar sus tierras, provocando una ola de desalojos.
Posteriormente se produjo la revolución de 1825 y el retiro de los brasileños. Nuevamente hubo propietarios que huyeron y ocupantes de tierras que las hacían producir aunque no tenían título de propiedad.
Sobre una misma tierra podía haber varios propietarios alegando derechos que provenían de diferentes gobiernos.



Reconocer el derecho de unos significaba dejar sin tierras a los otros. Quines se sentían despojados recurrían a buscar el respaldo de los hombres fuertes del campo, los caudillos, y al uso de las armas para mantener sus tierras. Por lo tanto este conflicto entre propietarios y poseedores era también un problema económico, político y jurídico.
3) Problemas políticos.- Eran varios:
a) La forma en que se había producido la “independencia” provocaba la falta de un verdadero sentimiento de identidad nacional. La “independencia” era muy relativa. Las primeras presidencias debían resolver el reconocimiento del nuevo estado por otros países y asegurar su viabilidad como estado.
b) Las luchas internas que no sólo pasaban por la discusión parlamentaria o el cruce de artículos en la prensa, sino que llevaba al enfrentamiento armado. Habían bandos más o menos identificados: unitarios, federales, abrasilerados, lavallejistas, riveristas. Pero las principales divisiones tenían que ver con enfrentamientos personales entre los caudillos, como era el caso de Rivera Y Lavalleja, primero, y de Rivera y Oribe después. No era ajeno a estas luchas el conflicto por las tierras.
c) Las dificultades para aplicar la constitución en una realidad que poco tenía que ver con aquellos países de donde se había copiado. La mayoría de la gente reconocía como autoridad a los caudillos, por que los estimaba y respetaba, y no a las autoridades establecidas por la constitución.  Cuando Rivera realiza desconoce al presidente Oribe e inicia una revolución, los riveristas decían que el presidente “se había revelado contra Don Frutos”, porque para ellos el que “mandaba” era, naturalmente, Fructuoso Rivera, estuviera o no investido de poder por la constitución.

LAS SOLUCIONES



1) Las relaciones internacionales.- Durante las primeras presidencias las relaciones exteriores se orientaron hacia en dos direcciones:
- Hacia los países europeos tratando de obtener el reconocimiento del nuevo estado y lograr préstamos de dinero.
- Hacia los Brasil y Argentina para conseguir que firmaran un  tratado definitivo que asegurara la independencia de los orientales y para solucionar el problema de los límites.
Las principales gestiones hechas en Europa se hicieron frente a los gobiernos de Inglaterra y España. Las gestiones ante Inglaterra, iniciadas por el Ministro Lucas Obes, buscaban que aquel país asegurara la independencia de Uruguay ante Argentina y Brasil . Durante la presidencia de Oribe se intentó lograra un acuerdo comercial pero no se llegó a nada concreto. Las gestiones ante España tenían como propósito principal obtener el reconocimiento de la independencia. Se establecieron relaciones comerciales con aquel país pero no se llegó un acuerdo sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas porque España reclamaba indemnizaciones por la revolución artiguista.
Las gestiones ante los países vecinos para obtener un tratado definitivo y establecer los límites fracasaron. Las principales gestiones se hicieron ante Brasil (con Argentina había una separación geográfica bien clara que eran los ríos Uruguay y de la Plata) ante el cual se reclamaban los territorios al norte del río Cuareim que habían pertenecido a la Banda Oriental en la época colonial. Ante la negativa de Brasil de tratar el tema, el ministro Lucas Obes pensó en la creación de la una alianza entre todos los países que tenían fronteras con Brasil, para negociar en conjunto el reconocimiento de los antiguos límites. El plan comenzó con éxito al obtenerse el apoyo de Perú y Bolivia, pero luego Lucas Obes debió renunciar y cuando asumió la presidencia Oribe dejó de lado esa estrategia.
Las nuevas gestiones iniciadas por Oribe en 1837, aprovechando los problemas internos que tenía Brasil con la revolución de Río Grande del Sur, tampoco tuvieron éxito.

2) Independencia eclesiástica y educacional.- Teniendo en cuenta que la constitución consagraba a la religión católica como  oficial, era importante obtener la separación de la administración religiosa que hasta ese momento estaba sometida al obispo de Buenos Aires. En 1832 el Papa Gregorio XVI designó a Dámaso Antonio Larrañaga como Vicario Apostólico de la República y luego se le dieron facultades semejantes a las de obispo.
La enseñanza superior no existía en Uruguay. Los profesionales que actuaban en el país habían hecho sus carreras en el exterior, donde eran enviados los jóvenes cuyas familias podían costearles sus estudios.
Durante la presidencia de Rivera se inició el proceso para crear una casa de estudios superiores. Al principio sólo se logró que funcionaran una cátedra de filosofía y una de latín. Luego se agregaron derecho, matemática y teología. En 1838 Oribe ordenó la creación de la Universidad a partir de estas cátedras, pero la situación del país, sacudido por la revolución de Rivera, impidió que se llevara a la práctica.
3) Fomento a la inmigración.- Se adoptaron medidas para impulsar la inmigración y de esa manera tener más población, aumentando el consumo y procurando tener mano de obra agrícola y artesanal. Se consideraba que esto era imprescindible para impulsar la economía del país, que en 1830 tenía sólo unos 70 mil habitantes.
Durante el gobierno de Rivera, su ministro Lucas Obes, preparó un proyecto para atraer inmigrantes. El proyecto consistía en facilitar el traslado de artesanos, trabajadores o peones, que acreditaran buena conducta, pagando el gobierno uruguayo los pasajes, el alojamiento y la alimentación de los viajeros. Luego de establecidos los inmigrantes devolverían al gobierno el dinero.
También hubo un proyecto para crear una ciudad formada por inmigrantes en la falda del cerro de Montevideo, la villa de Cosmópolis. También hubo iniciativas privadas de empresarios para traer inmigrantes europeos y africanos. En este último caso a veces se trataba de un tráfico de esclavos disfrazado.
Se calcula que entre los años 1830 y 1840 llegaron unos 22 mil inmigrantes, la mayoría de Francia, España y el norte de Italia.
4) Medidas sobre la tierra.- Frente al conflicto entre poseedores y propietarios, el gobierno de Rivera decretó, en 1833, que los poseedores sin título de propiedad podían quedarse en las tierras que ocupaban si las pagaban. Trataba de defender a aquéllos poseedores que pudieran pagar la tierra, dándoles la oportunidad de quedarse en ellas, no perjudicando a los propietarios que serían indemnizados. Además se establecía que aquellos poseedores que no tenían dinero para pagar las tierras, serían reubicados en los alrededores de los pueblos y en la frontera. Estas situaciones se definirían caso por caso, lo que daba lugar a arbitrariedades.
Esta medida benefició a los que tenían dinero pero significó el desalojo de una gran parte de la población de la campaña, pequeños y medianos productores, que no podían pagar el precio. Así, junto a los latifundistas, se creaba una masa de gente, muchos con ganado, que no tenían tierras propias y se transformaron en agregados o peones. Las condiciones de explotación del ganado permitía la existencia de esta gente, que incluso podía matar ganado ajeno para alimentarse, ya que lo que tenía más valor no era la carne sino el cuero.
Muchos desalojados buscaron el apoyo de los caudillos para recibir protección, aumentando los lazos de dependencia personal entre el caudillo y sus protegidos-seguidores.
También había ocupantes de tierras del estado. Para estos casos el gobierno de Rivera resolvió que aquellos que hubieran permanecido durante más de 20 años en esas tierras, podían comprarlas.  El gobierno de Oribe decidió que para aquellos que estuvieran en tierras públicas por un tiempo menor a los 20 años, podían arrendarla y luego de cinco años se decidiría si se mantenía el arriendo o si se le vendía.
Como se ve, en todos los casos la solución pasaba por el tener o no dinero, desconociéndose los repartos hechos por el reglamento de tierras de Artigas.





EVOLUCION POLITICA

 PRESIDENCIA DE RIVERA
El 24 de octubre de 1830, la Asamblea General designó presidente a Fructuoso Rivera, quien obtuvo 27 votos contra 5 que recibió Lavalleja. Los dos caudillos eran las figuras políticas más relevantes del momento. Rivera, que contaba con 45 años al ser designado presidente, era hijo de un importante estanciero y en 1811 se había sumado a la revolución artiguista. Participó del éxodo al Ayuí y en el segundo sitio a Montevideo. Tuvo destacada labor durante el período de la Provincia Oriental autónoma (1815-16) y Artigas confió en él designándole en cargos de gobierno y luego al frente de las tropas que debían detener a la invasión portuguesa en el este de la provincia.

Rivera

En 1820, derrotado Artigas, Rivera lo deja a un lado y hace un acuerdo con los portugueses, colaborando con la dominación de aquellos sobre la provincia. Fue un personaje importante durante el dominio portugués y brasileño, ocupando el cargo de Comandante de la Campaña. Se negó a participar en el intento revolucionario de 1823 pero se incorporó a la revolución de 1825 en un hecho polémico (el episodio del Monzón). Participó en la lucha contra los brasileños con éxito y llevó a cabo la toma del territorio de las Misiones. Este hecho le otorgó fama que sumado al prestigio adquirido durante sus años de comandancia de la campaña, le facilitaron la designación com o presidente.
Poco tiempo después de asumir la presidencia Rivera marchó hacia el interior, donde se sentía más a gusto dada su condición de caudillo y su temperamento, delegando el mando en el presidente del Senado Luis Eduardo Pérez. Casi todo su período como presidente Rivera se mantuvo en la campaña y el gobierno quedó en manos de sus ministros y de un grupo de amigos con los que tenía vinculaciones desde la época de la dominación brasileña a quienes se conocía como los “cinco hermanos” (Lucas Obes, Nicolás Herrera, José Ellauri, Julián Alvarez y Juan Andres Gelly).
A mediados de 1831 comenzó a hacerse sentir una creciente oposición al gobierno de Rivera. Se acusaba la gobierno de no respetar la constitución, de mala administración y de tener un ejército mal controlado e impago que era una amenaza constante. La oposición acusaba al ministro Santiago Vázquez y a “los cinco hermanos” de mala administración y de usar al gobierno para obtener beneficios económicos personales.
A esta situación hay que agregarle el descontento de Lavalleja que se había visto postergado en sus ambiciones políticas y el problema de los poseedores y propietarios. Todo esto sumado fue creando un clima de tensión que desembocó en violencia.
Primero hubo una rebelión de los indígenas que el propio Rivera había traído de las Misiones y habían sido hacinados en Bella Unión, al norte del país. Olvidados, sin medios para subsistir, se dedicaron al robo de las estancias cercanas. Rivera envió a su sobrino Bernabé para poner fin a los ataques indígenas, pero fue muerto. El propio Rivera dirigió una campaña contra los indígenas, emboscándolos y exterminándolos.
Por otra parte se produjeron dos rebeliones de los lavallejistas, una en Durazno, donde Rivera residía habitualmente, y otro en Montevideo. Las dos rebeliones fueron derrotadas por Rivera, con ayuda de unitarios argentinos residentes en Uruguay. La victoria de Rivera no fue seguida de un intento d acercamiento y diálogo con la oposición. Al contrario, se expulsó a los opositores del Parlamento y se quitaron las tierras y ganados de los lavallejistas. Así se inició una práctica que se hizo muy común en el resto del siglo: el bando victorioso se apropiaba de los bienes del vencido, y éste aspiraba a una rebelión para tomar venganza y recuperar sus bienes.
En 1833 se produjo una segunda rebelión que fue preparada por Lavalleja desde Buenos Aires donde contaba con el apoyo del gobernador Juan Manuel de Rosas. La rebelión fracasó.
Hubo un tercer intento de rebelión en 1834, esta vez encabezado por el propio Lavalleja,que también fracasó. Rivera pudo terminar su período de gobierno. Interinamente el presidente del Senado, Carlos Anaya, se hizo cargo de la presidencia, hasta que la Asamblea General designara al nuevo presidente. Anaya designó a Rivera como Comandante General de la Campaña, lo que lo ponía al frente del ejército con la función de mantener el orden e la campaña “persiguiendo vagos, desertores o criminales”. El poder que el daba este cargo era mucho y los límites muy pocos. Podía ser un elemento de fricción con el futuro presidente.

Oribe
PRESIDENCIA DE ORIBE
El 1 de marzo de 1835 la Asamblea General designo unánimemente a Manuel Oribe como presidente. La unanimidad indica la coincidencia de opiniones, tanto de partidarios como de contrarios al anterior presidente, sobre la figura de Oribe y las esperanzas que en él se tenían. Para algunos historiadores los asambleístas veían en Oribe un buen administrador, un militar de carrera que pondría orden en la administración de los dineros públicos y respetaría la constitución.
Pero, si esas eran las intenciones, no pasaron de ser sólo intenciones, porque los conflictos internos y externos no permitieron desarrollar la obra que se esperaba de Oribe. En el primer año de gobierno ya hubo problemas con la sectores de la prensa que se quejaban de falta de libertad para expresarse. El gobierno había puesto restricciones a las manifestaciones de la prensa referidas a la situación argentina.  Los motivos eran que los unitarios exiliados en Montevideo manifestaban sus opiniones contrarias al gobierno de Rosas en Buenos Aires. Este había reclamado ante Oribe y Oribe impuso limites a las manifestaciones de la prensa. Los sectores liberales, contrarios a Rosas, acusaron a Oribe de estar aliado al gobernador de Buenos Aires.
Pero el problema mayor de la presidencia de Oribe se produjo cuando este decidió suprimir el cargo de Comandante de la Campaña a comienzos del año 1836. La existencia de ese cargo en manos de Rivera significaba la existencia de dos autoridades dentro del país: la del presidente y la de Rivera. El decreto por el cual se suprimía el cargo establecía que ya no era necesario y el ejército quedaría bajo las órdenes el Ministro de Guerra, que dependía directamente del presidente. Rivera tomo el hecho como una destitución para alejarlo del poder. Por otra parte en la Asamblea General se elaboró un informe donde se acusaba al gobierno de Rivera de irregularidades financieras beneficiando a particulares en perjuicio del estado. En total se hacían 174 cargos. Además se hizo pública la deuda que había dejado el gobierno de Rivera.


 Todas estas acusaciones divulgadas ampliamente por la prensa, caldearon los ánimos. En julio de 1836 inició una revolución  contra Oribe. Los unitarios argentinos establecidos en Uruguay apoyaron a Rivera.
Rivera recibiendo un mate de un poblador de la campaña
Hubo un primer enfrentamiento en Carpintería (19 de setiembre de 1836) donde las fuerzas comandadas por Ignacio Oribe derrotaron a Rivera. En esta revolución aparecieron las divisas (blanca y colorada) y se considera a la batalla de Carpintería como el primer enfrentamiento donde ambos bandos las usaron para identificarse.
En agosto de ese año Oribe había decretado que los integrantes del ejército, los funcionarios públicos y la población en general, debían usar una divisa de color blanco en el sombrero o en las prendas de vestir con el lema “Defensores de las leyes”. El bando rebelde también usó una divisa, que al principio fue el otro color de la bandera, el celeste. Pero como este desteñía, optaron por un color más firme, usando el colorado.
Después de la derrota los revolucionarios pasaron la Brasil donde apoyaron la movimiento separatista de Río Grande del Sur. Los riograndenses, agradecidos, prestaron ayuda a Rivera cuando este volvió a Uruguay en octubre de 1837 reiniciando la lucha contra Oribe. Luego de varios encuentros armados sin una clara definición, en la batalla de Palmar Rivera triunfó sobre Oribe (junio de 1838). Se iniciaron gestiones de paz pero fracasaron porque Rivera ponía como condición la renuncia del presidente Oribe.
Un nuevo acontecimiento empeoró la situación de Oribe.  La flota francesa, que estaba en conflicto con Rosas y bloqueaba al puerto de Buenos Aires, solicitó permiso a Oribe para usar a los puertos orientales como centros de operación para atacar al gobernador de Buenos Aires.  Oribe se negó a intervenir en el conflicto. Entonces los franceses se vincularon con Rivera quien les permitió usar el puerto de Colonia, que estaba bajo su mando. Los franceses iniciaron entonces un bloqueo por mar a Montevideo, donde estaba Oribe mientras Rivera lo hacía por tierra.
A partir de este momento Oribe no podía intentar nada frente a Rivera que tenía el apoyo de los unitarios argentinos, de los riograndenses, constituidos en República de Piratiní, y de la escuadra francesa. El 24 de octubre de 1838 Manuel Oribe presentó su renuncia a la presidencia, la que fue aceptada por la Asamblea General. Oribe manifestó que renunciaba cediendo ante la violencia, o sea que no era una renuncia por su voluntad. Se trasladó a Buenos Aires y allí Rosas lo recibió tratándolo como “el verdadero presidente del Uruguay”.
Esta victoria de Rivera no terminaba con el conflicto. Por el contrario, la situación internacional llevaría a un conflicto más extenso en el tiempo y en el espacio: la Guerra Grande.

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